Autora: Isabel Martín Martín
Alumna de CEIPSO Santo Ángel de la Guarda (Chapinería)
Emociones que encontrarás en este cuento: miedo, alegría
Capítulo Uno. Aquí todo empezó:
—Laura, arriba, tienes que ir al instituto. ¡Laura, vamos!
—¡AH! ¡Qué! El instituto… ¡Voy a llegar tarde! Riiiin
—Por fin, tengo tanta hambre.
—Si, yo también tengo hambre-dijeron Raquel y Claudia, las mejores amigas de Laura.
—Oye, Laura, ¿no quieres comer nada?
—Sí.
—Oye, ¿sabes por qué Laura está mirando el bosque que está al lado de la casa de Lucía?
—No, no estoy mirando ese bosque sino a él.
—Ah sí, David es muy majo. Ja, te gusta.
—No me gusta.
—Sí, sí te gusta.
—No, no me gusta.
—Hola, ¿tú eres la nueva, no?—dijo David.
—Sí, soy Laura.
—Bien, yo soy David.
—Ya, ya me lo habían dicho. ¿Os gustaría hacer una fiesta en mi casa para dormir? En mi casa a las 23:30. Adiós.
—Vale, iremos. (Mientras tanto, la gente entraba a clase).
—Oye, ya se ha ido todo el mundo. ¡Vamos a clase!
—Nos van a regañar. (Laura otra vez llegando tarde pero está vez con compañía).
—Bueno, ya está, sentaos. ¿
Os gustaría hacer una fiesta en mi casa para dormir?
Capítulo dos. La fiesta:
—Por fin llegáis, se me ha hecho eterna la tarde.
—Bueno, vamos a la piscina chicos.
(3 horas más tarde)
—¡A cenar!
—Uy, ¡pizza!
—Oye, ¿dónde dormimos?
—En mi habitación.
—GUA, me flipa este perrito tan mono.
—Se llama Clower.
—Qué nombre tan raro.
—A mí me parece curioso.
—A tí todo te parece curioso, Claudia.
—¿De qué habláis, del nombre del perro? ¿Y cómo se llama?
—Clower.
—Qué nombre tan raro.
—¡A qué sí!
—¡Ya te digo!
—Alejandro, ¿a qué es bonito el nombre?
—Pues a mi no me lo parece.
—Bueno, ¿tú qué opinas, Laura?
—Tierra llamando a Laura.
—Eh, sí, muy chulo el nombre.
—Laura, no tienes ni idea de lo que hablamos.
—Sí, sí, lo sé.
—A ver, ¿de qué hablamos?
Del perro, que por cierto, tiene un nombre muy raro.
—¡Toma, lo sabía!
—Ya basta chicos, tenéis que dormir.
—¡Vale, mamá!
(A media noche)
—¡Guau, guau!
—¿Qué pasa?
—¡Una serpiente!
—¡¿Cómo se ha metido en casa?!
—Clower, Clower, ¿a dónde vas? No te tires por la…
—Eh, ¿es ese el bosque del cole?
Laura se levantó y fue a perseguir a Clower. De repente Lucía se levantó también.
—¿Quién está gritando?
—¡Pero qué haces?
—Bueno, es que Clower…
—¡¿Cómo que Clower se ha tirado por la ventana?!
—¡Silencio! Les vas a levantar. (Se durmieron).
Capítulo tres. El bosque:
—Va a ser imposible encontrarle.
—Oye, vuelve al saco Laura—dijo Lucía.
—¿Por qué gritaste anoche?
—Porque Clower se tiró por la ventana.
—¡¿Qué Clower qué?!
—Y se fue al bosque.
—Hay que ir a buscarle.
—Eh, vale, vale. Hay que saltar por la ventana.
—Ni en sueños.
—Es la única opción.
—¡Vale!
(3 horas más tarde).
—No está, tendremos que ir a tu casa, no seguiremos buscando.
(Media hora más tarde).
—Oye, sí, mejor vámonos a mi casa.
—Opino lo mismo.
—Vale, umm, ¿cómo se va?
—No lo sé.
(Una hora más tarde).
—Buenos días chicas.
—Pero si no es de día.
—Es cierto, no es de día, y además no están ni Lucía ni Laura.
—Qué raro. Pero qué son las seis y media de la mañana, por favor.
—¿Dónde están Lucía y Laura?
—No lo sé.
—Hay que buscarlas mientras tanto.
Lucía y Laura seguían perdidas por el bosque, y en vez de encontrar una salida, encontraron una casa, pero un poco destruida. De repente escucharon un ruido un poco raro. Tras ese ruido, otro, y otro. De repente, empezaron a salir un montón de serpientes.
—¡PUM!
—¿Qué pasa?
—No sé.
—Mira, mira. Es Clower.
—¡Qué!—pegó un grito de alegría.
Ellas no se dieron cuenta de que las miraba una anciana, mientras una serpiente salía de detrás de la casa.
—Clower, ¡ven!
—Oye, ¿quién es esa?—dijo Lucía, muy asustada.
—No lo sé, pero me da muy mala espina. ¡Vamos!
—¿A dónde?
—A casa.
—No.
—Sí.
—¡Qué no!
—¡Vamos!
Mientras tanto, los chicos y chicas, David, Raquel, Claudia y Alejandro, seguían buscándolas.
—¿Dónde ‘recorcholis’ están?
—Oye, venid a mirar esto.
—¿Qué pasa, Claudia?
—¿Estamos encerrados?
—No, ¿por qué?
—Entonces, ¿por qué no nos escuchan las chicas?
—¿Por qué hay una puerta ahí enfrente?
—No lo sé.
—Haaaa. ¿Qué pasa Lucía?
—Mira, son ellos-dijo Lucía con esperanza.
—¡Corred!
—¡Vamos Clower!
—¡Al final llegamos!
Al fin llegaron a casa. Todos estaban muy tranquilos pero lo que no sabían es que esa anciana les persiguió hasta el final. Ana, la madre de Lucía estaba dormida, así que entraron sin problema. Aprendieron que no deberían ir más a ese bosque.
