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CULTURA
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Pequeños Pacientes, Grandes Lectores 4

Ninja y la corona del rey

Autor/a: Cuento colectivo
Pacientes del Hospital Álvaro Cunqueiro (Vigo)
Emociones que encontrarás en este cuento: sorpresa

Esto que os vamos a contar ocurrió en un lugar muy, muy lejano pero no sabemos cuándo. Ninja, nuestro pequeño protagonista, tenía una misión en su vida: ¡quería robarle la corona al rey! El rey era un tipo verde y alto, bonachón y querido por sus súbitos. Vivía en un gran palacio rodeado de grandes muros y custodiado por un gran dragón. Ninja no sabía cómo entrar en ese palacio, ya que Dragón era muy peligroso y hacía muy bien su trabajo, pero su misión era lo más importante para él.

Así que se puso a pensar y pensar… y decidió pedir ayuda a su amigo, un frondoso árbol llenito de rojas manzanas. Y este no era un árbol cualquiera, no ¡¡¡Este árbol tenía la cualidad de andar!!! Ninja preguntó a Árbol si le ayudaba a adentrarse en el palacio y Árbol no pudo negarse a su amigo. De un salto, Ninja subió al Árbol y se escondió entre sus pobladas ramas. Árbol se dirigió lentamente a la puerta principal del palacio y pasó al lado del Dragón. Justo en ese instante, Ninja notó algo que le hacía cosquillas por todo el cuerpo: ¡¡¡Eran gusanos!!! Esas manzanas tan hermosas eran un festín para cientos de gusanos que ahora estaban en el cuerpo de Ninja haciéndole cosquillas ¿Pero qué pasaría si Ninja soltase esa carcajada que estaba aguantando? ¡Claro! Su misión se iría al traste tan pronto como el Dragón descubriera que estaba escondido en el árbol y tanto árbol como él quedarían reducidos a cenizas… Ninja se concentró mucho en no reírse. Era complicado, pero muy necesario. Y justo en el momento en que ya no aguantaba más, Árbol le dijo que ya había conseguido traspasar la puerta principal del palacio. Ufff qué descanso…

Y este no era un árbol cualquiera, no ¡¡¡Este árbol tenía la cualidad de andar!!! Ninja preguntó a Árbol si le ayudaba a adentrarse en el palacio y Árbol no pudo negarse a su amigo.

Ninja bajó de las ramas de un salto, le dio las gracias a su amigo árbol, se quitó los gusanos que le quedaban por la ropa y se dispuso a entrar al palacio por una gran puerta de piedra. Se adentró y vio que los muros eran de una piedra extraña: era piedra de color marrón, pero desprendía mucho frío formando un pasillo largo y oscuro. Ninja se adentró creyendo que iba encontrar rápidamente la puerta de la alcoba del rey pero, en cambio, se dio cuenta de que estaba dentro de un enorme laberinto. Sin embargo, no tuvo miedo, buscó la manera y finalmente consiguió llegar a una puerta: ¡Era la puerta que llevaba a la Alcoba del rey!

Y allí se lo encontró… tirado en su gran bañera tomándose un baño de agua fría; bueno, no fría, ¡helada! porque estaba toda llena de hielos. La corona estaba al lado del rey, pero como el rey estaba muy concentrado en su relajante baño, sigilosamente Ninja fue a coger la corona. En ese mismo momento, entró por la ventana un dragón. Era el mismo dragón que custodiaba la entrada pero ¡en miniatura! Ninja no sabía que ese dragón tenía la cualidad de hacerse más pequeño y poder así, entrar por la ventana si sospechaba que el rey estaba en peligro, como era el caso.

El dragón y el ninja empezaron a pelearse: uno defendiendo la corona y el otro queriéndola robar. Y entre gritos y empujones la corona salió volando y se cayó en un lago que había al lado del palacio. Esa fue la última vez que vieron la corona del rey porque no volvió a aparecer nunca más. Y, como bien os habéis dado cuenta, ninguno cumplió su misión: el dragón no defendió bien el palacio, Ninja no consiguió la corona, el Rey la perdió.

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