Autor: Bruno, 11 años
Aula Hospitalaria del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (Santander)
Emociones que encontrarás en este cuento: miedo, amor, tristeza
Me sentí en un mar de lágrimas y a la vez más feliz que nunca. Eso era porque parte de las lágrimas no eran mías y eran todas de felicidad. Intentaba ocultar mi alegría porque, si no, todos pensarían “¡Qué rápido cambia este niño de opinión!”.
Había nacido, había llegado. Se me escapó una lágrima, sólo una, al final, era mi hermano. Íbamos a compartir la vida. Pero volvamos a antes, a seis meses antes. El día cinco de junio de 2015, mis padres me dejaron de piedra, me dijeron que iba a tener un hermano.
Sinceramente, me opuse, sentía miedo, miedo de que mis padres le atendieran más que a mí, ira, por tener que compartir la atención de mis padres, tristeza, por no ser el pequeño de la familia y alegría por tener un compañero en el gran viaje de la vida, pero la alegría era leve, muy leve.
Se me escapó una lágrima, sólo una, al final, era mi hermano. Íbamos a compartir la vida.
Poco a poco, a partir del día cinco de diciembre de 2015, el día en que nació mi hermano, mi vida y mi opinión acerca de tener un hermano fueron cambiando. Seguía con miedo, pero no a perder a mis padres, sino a que le hicieran daño a mi hermano, tristeza e ira cuando se lo hacían y una alegría muy, muy fuerte, por tenerle a mi lado en mí vida.
Y un día, todas esas emociones se me juntaron y me descubrieron una nueva emoción, la de ser hermano. Y ahora le quiero más que a nada en el mundo.