Autora: Adriana Martín
Alumna de CEIPSO Santo Ángel de la Guarda (Chapinería)
Emociones que encontrarás en este cuento: amor, alegría
Había una vez un grupo de chicas que se llaman Paula, Claudia y Ana. Paula es la niña aventurera. A Claudia le gusta patinar, y a Ana, la niña más guapa, le gusta ir al cole. Las niñas tenían un propósito que era parar la guerra de su país. Esa guerra se llamaba la Guerra de la Vega.
A esas niñas no les daba miedo la guerra y se decidieron por hacer un plan.
—A lo mejor podemos hacer un escudo indestructible—dijo Ana.
—¡Sí!—dijeron todas.
Planearon crearlo el jueves por la tarde en casa de Claudia. Se reencontraron todas en casa de Claudia y lo empezaron a crear. Fueron a buscar metales. Después de encontrar cinco o seis, Paula encontró uno que brillaba como una perla. Le dio curiosidad y lo cogió. Se dio cuenta de que era un diamante clarito, y rápidamente llamó a las chicas.
—¡Wow! Qué bonito.
Se fueron a su casa y empezaron a crear el escudo. Quedó súper bonito. También pensaron hacer un casco y como le sobraron metales y unos cachos del diamante, entonces lo empezaron a crear. Paula dijo: —Ya está.
—Nos ha quedado genial-dijo Ana.
—Ya estamos preparadas-dijo Paula.
Empezaron a ver bombas y en vez de asustarse, empezaron a planear con sus padres irse del país (irse al que está contra él). Mañana salía el vuelo y las chicas empezaron a preparar sus maletas. Empezaron a poner ropa para algunos días.
Con lo único con lo que se puede parar la guerra es con amabilidad y amor.
Y llegó el día. Ya todas salieron de sus casas y después de una hora llegaron al aeropuerto. Llegaban muy pronto, así que, como no habían comido, aprovecharon y comieron. Faltaba muy poco para salir y se dieron cuenta de que se estaba yendo el avión. Empezaron a correr, menos mal que llegaron bien.
Todas se volvieron locas, quedaban 5 minutos. Se montaron en el coche e iban de camino.
—Ya hemos llegado—gritó Ana.
De repente, Paula se dió la vuelta y vio al presidente: —¡Está ahí!
Todas se dieron la vuelta y fueron hacía él.
—Hola—dijo Paula.
—Hola —dijo el presidente.
—Te queríamos decir que por favor pares la guerra. Tú solo tienes que pensar que nosotros no tenemos la culpa. Piensa que eres un niño y de repente ves bombas y tu país haciéndose cachos. Piensa cómo se siente.
El presidente entró en razón porque ya estaba despegando el avión. Las chicas ya estaban sentadas en sus sitios y empezaron a ver bombas. Después de una hora ya llegaron a Rusia y cogieron un hotel y ahí se quedaron a dormir. Se despertaron y salió por la tele el presidente: Iba a dar una vuelta por la ciudad. Las chicas vieron su oportunidad.
Eran las cinco de la tarde así que las chicas se empezaron a preparar pero se dieron cuenta de que ni el escudo ni la espada podían parar nada. Con lo único con lo que se puede parar la guerra es con amabilidad y amor. Entonces pensaron que podrían hablar y a lo mejor con amor y amabilidad lo podrían conseguir. Ya se acercaba la hora. Informó que estaban en paz y ya no hubo más.