Francisco de Goya y Lucientes
La nevada o El Invierno
1786
Óleo sobre lienzo
275 x 293 cm
© Museo Nacional del Prado
P000798
Durante los primeros meses de 1778 Goya estuvo enfermo, pero se recuperó. Un año después intentó por primera vez sin éxito convertirse en Pintor de Cámara del rey Carlos III. Esta es una dificultad más de las que tuvo que hacer frente a lo largo de toda su vida, lo que también se traduce en su pintura. No en todas sus obras oímos castañuelas o el bullicio de una fiesta. El invierno forma parte de la serie sobre las cuatro estaciones que realizó para el palacio de El Pardo. Inmersos en una ventisca de nieve, cuatro personajes avanzan por el campo. Una escena que parece estar imbuida de Saturno, el dios asociado a la melancolía, y que según la tradición rige los meses de enero y febrero. Sin embargo, aquí la tristeza se convierte en ahorrar fuerzas, estar en silencio y, desde ahí, avanzar. El color es blanco y el calor proviene de una manta y de los compañeros. Sin quererlo, o a lo mejor queriendo, Goya nos susurró al oído de la noche fría: “aguarda”.