Autora: Marina Fernández León, 13 años
Paciente del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús (Madrid)
Emociones que encontrarás en este cuento: alegría, amor y tristeza
A la par que la mar, el cielo en atardecer es bolero por él solo, al igual que brilla naranja.
Según vas emergiendo te das cuenta de que la vida está llena de experiencias, buenas o malas, con ambas aprendes. A mis 62 años, es complicado (pero no imposible) recordar ciertas partes de mi infancia: la más alegre que mis padres sea mucho dinero me pudieron proporcionar. Recuerdo…, recuerdo que tenía pocas amigas, recuerdo que mis padres eran muy cariñosos, recuerdo que siempre jugaba con una lata atada a una cuerda. Mis hijos no tienen espacios en sus casas suficiente como para hacerme hueco. No importa, ellos son felices. Hace unos años que me sentía muy sola, así que decidí darme un paseo. En un basurero, me encontré a una perrita comiendo sobras.
Hace unos años que me sentía muy sola, así que decidí darme un paseo. En un basurero, me encontré a una perrita comiendo sobras.
—¡Ven, Eva!
El nombre me salió solo. Me enamoré de tal manera de Eva que la pequeña golder retriever fue parte de la familia. Encontré el amor en los animales antes que en cualquier otra cosa. Su juguete favorito era la lata.