Autora: Adriana, 12 años
Paciente del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús (Madrid)
Emociones que encontrarás en este cuento: alegría y sorpresa
Había una vez un pez llamado Mondo, que le gustaba mucho una loba llamada Lola. Un día se encontraron los dos en la calle.
-Loba Lola: Hola.
-Pez Mondo: Hola.
El pez Mondo pensó: ¡Qué guapa es la loba Lola! ¡Estoy enamoradísimo! -sintió mariposas en el estómago.
El pez Mondo decidió llamar a su amiga, y quedar con ella un rato en el parque. Cuando fueron al parque, mientras estaban caminando, el pez Mondo tenía sed y como vio una botella de agua en el suelo, bebió de ella. Cuando bebió, automáticamente se convirtió en una albóndiga gigante.
Cuando bebió, automáticamente se convirtió en una albóndiga gigante.
-Pez Mondo: ¿Qué es-tá pa-san-do? Tartamudeó Mondo.
-Amiga de Mondo: ¡No lo sé! ¡Ayuda! ¡Mi ayuda se está convirtiendo en una albóndiga gigante!
La loba Lola oyó unos gritos y fue corriendo a ver qué pasaba.
-Loba Lola: ¿Qué fueron esos gritos?
-Amiga de Mondo: ¡Mi amigo se está convirtiendo en una albóndiga gigante!
-Loba Lola: ¿Y cómo pasó? —dijo la loba Lola con su acento argentino.
-Amiga de Mondo: ¡Mi amigo se bebió una botella de agua del suelo y se convirtió en una albóndiga gigante!
-Loba Lola: ¡Eso no debía ser agua! ¡Hay que contratar a un detective! Yo conozco a una amigo que tiene un hijo que es detective
-Amiga de Mondo: ¡Perfecto! ¡Llámalo y que descubra que le ha pasado a mi amigo!
La loba Lola llamó al detective y este vino de inmediato.
-Detective: ¿Qué está pasando aquí?
-Amiga de Mondo: ¡Mi amigo se ha bebido una botella de agua del suelo y se ha convertido en una albóndiga gigante!
El detective se puso a investigar y encontró una pista que llevaba a una casa. Cuando llegaron a la casa, el detective y la loba Lola encerraron a Mondo y a su amiga en el desván de la casa ¡Les habían engañado! ¡Habían caído en su trampa!
—¡Sacadnos de aquí! —gritó la amiga de Mondo asustada.
Mientras estaban encerrados, la amiga de Mondo se puso a investigar el desván de su casa y descubrió que si se comía la albóndiga saldría de esa gran albóndiga y se podrían escapar de esa casa. Se puso a comer la albóndiga: dio un mordisco, luego otro… y cada vez había menos. Cuando se terminó la albóndiga, los dos amigos se dieron un fuerte abrazo y consiguieron escapar de la casa juntos.
Los dos amigos se dieron un fuerte abrazo y consiguieron escapar de la casa juntos.
Unos días después, se mudaron a otra ciudad y nunca más volvieron a ver ni a la malvada loba Lola ni al mentiroso detective. En su nueva ciudad estaban mejor y fueron felices y comieron perdices.