Francisco de Goya y Lucientes
El muchacho del pájaro
1780
Óleo sobre lienzo
262 x 40 cm
© Museo Nacional del Prado
P000790
Goya ideó muchos cartones antes de que se convirtieran en tapiz. Pensaba en cómo quedarían adornando las paredes de palacio. Podemos imaginarnos su voz diciendo: “Aquí pondríamos un árbol largo, que ocupe todo el paño que hay entre el quicio y la pared. Abajo un muchacho. Un tronco subiría hasta donde empieza el techo. Un pájaro podría subirlo sin problema, empezando por las raíces, haciendo una parada en las manos que lo acogen por si se ha herido el ala y de ahí un pequeño salto al árbol. Hay algunas ramas que pueden ser más frágiles, pero creo que aguantarían bien el peso. A medida que nos acercamos a la copa cada vez hay menos hojas, porque el árbol ha crecido mucho. Casi en la última rama hay otra ave que observa todo con detalle. ‘¡Cuánto movimiento!’, parece decir. ‘Si aprendéis a estar quietos, escucharéis el monte’. Es importante que el tapiz sea muy alargado, para cubrir los rincones que, si no, se quedarían sin abrigo”.