Autora: Lorena, 8 años
Paciente del Hospital del Tajo (Madrid)
Emociones que encontrarás en este cuento: tristeza, sorpresa, calma
Había una vez un caracol que estaba triste porque no podía volar. A él le gustaría subir hasta el arco iris y tirarse como si fuera un tobogán, y veía a los pájaros que volaban alto y él no podía y lo intentaba pero no podía despegarse del suelo. Un día estaba llorando entre dos flores (los caracoles también lloran) y una hormiga pasaba por allí y le preguntó qué le pasaba.
Veía a los pájaros que volaban alto y él no podía y lo intentaba pero no podía despegarse del suelo
—Pues que me gustaría volar y no puedo — dijo el caracol.
—Pero puedes hacer otras cosas —respondió la hormiga.
—¿Como qué?
La hormiga pensó un momento.
—Pues puedes viajar adonde quieras y dormir siempre en tu casa. ¡Eso solo lo podéis hacer los caracoles y las tortugas!
El caracol se sorprendió. Era verdad, ¡nunca lo había pensado!
Se dio cuenta de que tenía mucha suerte con lo que tenía, y ya no necesitaba subirse al arco iris.
Y se acostó en una margarita y se puso tan tranquilo que se quedó dormido, y soñó… que volaba.