Autora: Irene Araños
Paciente del Hospital Universitario Poniente (Almería)
Emociones que encontrarás en este cuento: sorpresa y alegría
Mi fin de semana comenzó como cualquier otro. Papá y mamá nos prometieron ¡viernes de peli y pizza!, así que después de hacer la tarea, comimos pizza y comenzamos a ver “El origen de los guardianes”, cuando de pronto oímos unos maullidos… Abrimos la puerta y vimos un gato negro y peludo.
De pronto oímos unos maullidos… Abrimos la puerta y vimos un gato negro y peludo.
Mamá me explicó que era un gato persa y por eso tenía el pelo ¡tan suave!
Como no sabíamos si tenía pulgas, no pudimos meterlo en casa, pero le sacamos un platito de leche y un poquito de sardina en lata. El pobre gato se pasó toda la noche maullando y no me dejó dormir. Así que al día siguiente llamamos a la policía para ver si habían denunciado la desaparición, pero no… Entonces fuimos a casa de mi tía a coger una cama, comida, arena y juguetes para Negrito, que fue como decidimos llamarle, y por fin lo metimos en casa.
Estuvimos todo el fin de semana jugando con Negrito y le cogimos mucho cariño. Se notaba que estaba agradecido por haberlo acogido y ¡nosotros contentos de tener por fin una mascota!
Pero llegó el lunes y apareció la dueña de Negrito y nos dijo que se llamaba Topacio. Nos pusimos muy tristes… Pero a la vez muy contentos por haber podido ayudar a Topacio y a su familia.
Pero a la vez muy contentos por haber podido ayudar a Topacio y a su familia.