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Pequeños pacientes, grandes lectores 2

Los secretos del bosque

Autora: Ana, 13 años
Aula Hospitalaria del Hospital Infantil Niño Jesús (Madrid)
Emociones que encontrarás en este cuento: alegría, sorpresa, amor

17 de Mayo. Hoy me iba de excursión con el colegio a un bosque cerca de mi casa. Nunca me he interesado mucho por la naturaleza, porque lo que no me hacía mucha ilusión que digamos. Se llamaba Wild Woods. Cierto es que, según se acercaba la hora, por alguna extraña razón, me ponía más nerviosa. Suerte para mí que la excursión empezaba a media mañana, por lo tanto, no teníamos clase, es decir, jugábamos hasta que llegara la hora. 

Cuando llegó el momento, estaba que me subía por las paredes. Súper nerviosa, por conocer, por experimentar. “Allá vamos”, pensé antes de subirme al autobús. Que, por cierto, era bastante feo. Con publicidad por todas partes. De todas las opciones que había, me quedé pensando y cuando me quise dar cuenta, sólo quedaba un sitio: al lado de Sel. 

Había algo del bosque que me atraía; la sensación, la espiritualidad que transmite

Sel. Una chica… interesante. Nunca me he llevado con ella, pues mis numerosos amigos se solían meter con ella. 

Ay… –hice una pausa– bueno, ¿qué tal el día?

–No pretendas como si “tus amigos” –hizo énfasis en esa palabra– no me molestaran.

Empezamos bien. Tenía que estar con ella lo que quedaba de “viaje”.

–Yo no tengo la culpa de eso…

–Vale –me interrumpió.

Nos quedamos en silencio el resto del trayecto. Yo miraba los árboles del paisaje que parecían moverse y correr en dirección contraria al autobús. 

–¡Chicos y chicas! ¡Por aquí, vamos bajando! –dijo Margaret, la profesora.

Al caso, que el paseo no estuvo mal pero el bocata de tortilla… asqueroso. Había algo del bosque que me atraía; la sensación, la espiritualidad que transmite.

Al día siguiente, no sé por qué, pero fui otra vez al bosque. Ahí me di cuenta de toda la naturaleza que me rodeaba. 

Plantamos en total doce árboles cada una y le devolvimos vida al bosque, tal y como él había hecho con nuestras sombras

Empecé a ir todos los días, después de clases. Mis amigos se distanciaron de mí. Descubrí muchas cosas, desde un lago enorme hasta una casa en el árbol. Un día, me encontré con alguien. 

–¿Qué haces aquí? – preguntó Sel, curiosa. 

–Ejem… yo… me gusta mucho este sitio. 

Pasaron los días y, en un periodo efímero, me hice su amiga. Cuando se terminaban las clases, íbamos todos los días. Y desvelamos los secretos del bosque. 

Cada día, las puertas de Wild Woods me abrían paso. Nos dimos cuenta de que había una parte talada. Nos miramos y enseguida supimos qué había que hacer. Plantamos en total doce árboles cada una y le devolvimos vida al bosque, tal y como él había hecho con nuestras sombras.

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